Néstor Prieto Amador
Jaldía Abubakra nació en Gaza en 1967, hija de una familia palestina desplazada por la Nakba de 1948. Creció como refugiada en su propia tierra y, tras quedar huérfana a los nueve años, tuvo que dejar Palestina y pasar por Egipto antes de llegar a España, donde vive desde hace cuatro décadas.
Hoy recorre el Mediterráneo de punta a punta con la Global Sumud Flotilla para intentar regresar a su tierra. Lo hace pese a ser señalada como «terrorista» por la prensa israelí y a las amenazas explícitas de represalias contra las familias de los palestinos embarcados si siguen hasta el final.
«El objetivo por el que vamos es mucho más grande que lo que pueda pasarnos», asegura con tono sereno desde el puerto de Bizerta, la ciudad tunecina donde se han reagrupado todos los barcos de la iniciativa. «Creo que esta flotilla es un acto de solidaridad práctica con Palestina; desde que empezó esta fase del genocidio hace casi tres años, el mundo está cambiando».
No es la primera vez que Jaldía embarca en una Flotilla. En 2016 trató de llegar a Gaza en la «Flotilla Mujeres rumbo a Gaza», aunque no pudo completar la travesía por problemas de salud y logística. Esta vez su único temor era volver a sufrir fuertes mareos: «Cuando supe que podía unirme a la Flotilla, lo hice sin pensarlo. Lo único que me daba miedo era ser una carga por el tema de los mareos».
Tomó la decisión pese a que -asegura- mucha gente le recomendó no hacerlo. Su origen palestino y su militancia en organizaciones como Samidoun -una red de apoyo a presos palestinos- y Masar Badil, consideradas terroristas por Israel y varios países occidentales, la colocan en la diana de Netanyahu. «No podemos dejar que nos intimiden: la lucha tiene un precio y requiere sacrificios».
En Gaza la esperan hermanos, tíos y una familia numerosa. «Cuando hablaba con ellos me preguntaban dónde estaba; yo les decía que fuera de casa, pero llegó un momento en que ya no podía mentirles más», cuenta. «Cuando se lo confesé me pidieron que me bajara, que me podían matar o encarcelar… pero les respondí que a ellos ya los están matando y encarcelando«.
Sus palabras transmiten seguridad, pero el temor a que sus familias paguen las consecuencias ha hecho que cerca de una decena de palestinos hayan abandonado la misión. En Gaza «tienen miedo por nosotros, no solo por mí, sino por todos», explica. «Sienten que el mundo no les ha olvidado, pero al mismo tiempo quieren protegernos y que no nos pase nada».
Tras el ataque de drones a varias embarcaciones de la flotilla y las amenazas de castigar ejemplarmente a sus tripulantes, el ambiente se ha enrarecido entre algunos participantes. Para Jaldía, esta escalada responde a que Israel «teme a la flotilla». «Creo que los ataques y las declaraciones demuestran debilidad y nerviosismo: no saben qué hacer con tanta gente», afirma con una media sonrisa dibujada en el rostro. «Esta es la mayor iniciativa solidaria con Palestina en mucho tiempo y quieren paralizarla por cualquier medio».
España, un país solidario
Jaldía es una de las más de treinta personas con nacionalidad española embarcadas en la flotilla, una de las delegaciones más numerosas. Para ella, España es un país solidario, asegura orgullosa «por toda la gente que está en esta flotilla».
«Desde 1986, cuando España reconoce al Estado de Israel, empezó a calar la propaganda sionista y se abrió una batalla muy importante por el relato», asegura. Aun así, considera a la sociedad española solidaria «desde siempre y en todos los territorios del Estado».
A su juicio, la solidaridad ha cambiado sustancialmente desde el 7 de octubre. «Antes era una mezcla de empatía y lástima porque los palestinos eran víctimas. Ahora comenzamos a ganar el discurso de que el pueblo palestino resiste y tiene derecho a hacerlo en todas sus formas. Esta línea cada vez tiene más apoyo. No queremos dar lástima: queremos que se reconozca la legitimidad de nuestra resistencia a una colonización».
Las movilizaciones masivas en apoyo a la Flotilla «han obligado a los gobiernos a hacer algo, aunque sean declaraciones vacías», asegura. «Creo que el Gobierno español va a tener que actuar por sus ciudadanos, aunque no sé hasta dónde pueden llegar. Ya se ven algunas declaraciones porque no han tenido otro remedio. Lo que esperamos es que la ciudadanía siga movilizándose hasta convertir ese apoyo en hechos prácticos».
Publicado originalmente en Público el 12 de septiembre de 2025