¿Quién liberará a Siria de la ocupación, las ilusiones y la división?
Por Khaled Barakat
(Traducido del árabe para Masar Badil)
Publicamos este artículo del escritor palestino Khaled Barakat como parte de nuestro compromiso con una lectura crítica y revolucionaria de la situación en Siria y de los procesos de lucha en nuestra región. El texto, originalmente publicado en árabe, plantea una serie de preguntas fundamentales que deben estar en el centro del debate:
¿Quién tiene hoy el proyecto y la voluntad política para liberar a Siria de la ocupación militar extranjera, del tutelaje imperialista, de las ilusiones reformistas y de la fragmentación interna? ¿Cómo reactivar el papel de Siria en el eje de la resistencia? ¿Cuál es la tarea de los pueblos árabes ante esta nueva fase de la agresión?Frente a la normalización con el enemigo sionista, la reconstrucción neoliberal y las políticas de represión interna, este artículo propone retomar el camino de la liberación nacional y popular desde una perspectiva árabe, revolucionaria y antiimperialista.
En un momento histórico en el que se intensifica el enfrentamiento entre las fuerzas de la resistencia y el eje sionista-estadounidense, el territorio ocupado sirio —con el Golán a la cabeza— sigue siendo uno de los frentes olvidados y silenciados dentro del panorama general de la resistencia árabe. Es como si el Golán, y cada palmo de tierra siria profanada por el enemigo sionista, hubiese sido excluido deliberadamente del conflicto y de la ecuación de la liberación, o borrado de la conciencia colectiva, tanto popular como oficial.
Desde junio de 1967, el enemigo se apoderó del Golán, intensificó su saqueo y judaización, lo convirtió en asentamientos, bases militares y zona de influencia sionista directa. No se conformó con eso, sino que lo transformó en una plataforma de agresión constante contra el territorio sirio y la región en general, contando con la complicidad internacional, el silencio oficial árabe y la falta de voluntad real de enfrentamiento. Esta ocupación sionista no se detuvo tras el colapso del régimen baazista en Damasco; por el contrario, se expandió política y militarmente hasta alcanzar bombardeos regulares en el interior de Siria y violaciones recurrentes de su espacio aéreo y terrestre.
Aquel régimen anterior cayó y ya solo existe en la memoria política. El régimen actual en Siria se centra en reubicarse dentro de ecuaciones regionales e internacionales cuyo objetivo es consolidar la nueva autoridad en Damasco a cualquier precio, incluso a costa del territorio y la soberanía nacional. Es un régimen que converge con el eje de la normalización y la impotencia en el mundo árabe, guarda silencio ante los repetidos bombardeos sionistas, renuncia a los territorios ocupados en nombre del «realismo», y libra batallas ilusorias que agravan la crisis de los sirios sin dirigirse contra el enemigo histórico: «Israel». Más bien, empequeñece el papel de Siria en la región.
En este contexto deteriorado, se acelera la partición de Siria entre potencias regionales e internacionales que aprovechan la debilidad del Estado sirio, por un lado, y la espera de los sirios por «soluciones mágicas» que vendrían del exterior, por otro.
Turquía desempeña un papel de ocupación directa en el norte de Siria, aprovechando el caos para establecer zonas de influencia. Mientras tanto, la ocupación sionista sigue violando el Golán y el sur sirio como parte de su proyecto expansionista. Además, los países del Golfo, a través de sus brazos políticos, financieros y mediáticos, invierten en profundizar las divisiones internas y en apoyar proyectos de fragmentación bajo diversos lemas, lo que consolida el estado de desintegración y división geográfica, política y social del país. Esto no solo amenaza la unidad de Siria, sino que forma parte de un plan más amplio —patrocinado por Estados Unidos y potencias occidentales— que busca destruir el tejido nacional sirio durante décadas. Por eso, enfrentar la ocupación israelí en el Golán y en los territorios sirios ocupados se convierte en una necesidad nacional central para proteger la tierra y la identidad del peligro de la fragmentación.
La ocupación sionista de tierras sirias no es menos atroz que su ocupación de Palestina; más bien, es una extensión de ella y parte de un proyecto colonial integral que apunta a desmantelar el Oriente Árabe y someter a sus pueblos. Sin embargo, el frente sirio ocupado queda fuera de las narrativas de resistencia y es ignorado en los debates internos y públicos, como si fuese una tierra imposible de liberar o como si su liberación ya hubiese sido descartada. El campo de la resistencia en la región tiene una responsabilidad fundamental en ello, pues debe mirar al régimen de Damasco tal como se ve al régimen de Oslo en Ramala.
La contradicción principal y verdadera en Siria radica entre las masas sirias y la entidad sionista como su primer y más peligroso enemigo existencial, no en supuestas contradicciones con pueblos o países vecinos. Mientras la ocupación extranjera continúe sobre el suelo sirio, cualquier discurso sobre soberanía nacional estará vacío de contenido y será una forma de evasión del problema central: la liberación de la tierra.
La opción de la resistencia y la liberación devuelve la brújula a su dirección correcta, y devuelve al pueblo sirio al campo de la acción histórica como una fuerza central en la lucha de la nación contra el enemigo sionista. Y si el régimen anterior fracasó en liberar los territorios ocupados, eso no debe ser excusa ni justificación para abandonar las tareas de cambio y liberación, ni para abrazar al eje estadounidense-sionista, ni para justificar la normalización con el enemigo.
La resistencia siria no es solo una lucha por recuperar la tierra y la soberanía, sino la fuerza aglutinadora que une al pueblo sirio con todos sus componentes en torno a un objetivo común esencial; es el «pegamento político» que reúne a los sirios dispersos. Además, resistir la ocupación constituye la base sólida para reconstruir la unidad nacional y superar las divisiones sectarias y regionales que el enemigo y las fuerzas de partición han explotado. Solo con la resistencia nacional podrá Siria recuperar su papel como fuerza regional influyente y activa en el equilibrio de poder en la región, imponer nuevas ecuaciones y enfrentar el proyecto sionista-estadounidense. A quien considere este camino revolucionario como una «aventura política», debe comprender que las otras opciones conducen al suicidio colectivo.
Resistir la ocupación en territorio sirio no es una opción elitista ni un asunto exclusivo de una sola facción; es una responsabilidad nacional, panárabe y revolucionaria que recae sobre todos los sectores populares, estudiantiles, obreros, femeninos, militantes e intelectuales libres, dentro y fuera de Siria. Por ello, las tareas urgentes hoy se resumen en revivir y activar el frente de los territorios sirios ocupados como un verdadero frente de resistencia, que requiere construir herramientas de lucha en todas sus formas en el Golán y sus alrededores, romper el muro de silencio árabe e internacional, desenmascarar a quienes colaboran con su permanencia, y vincular la batalla por la liberación del Golán con la de Palestina, como condición esencial para liberarse de la ilusión de la «paz» y las negociaciones que no han devuelto ni un palmo de tierra ni detenido el crimen.
Finalmente, independientemente de las posturas de los sirios —y otros— sobre el régimen caduco o el “nuevo”, lo fundamental sigue siendo la posición de los sirios frente a la ocupación de partes de su patria. El asunto esencial que une a todos los sirios es el rechazo a toda forma de ocupación, y la necesidad de su unidad detrás del frente de resistencia nacional siria deseado, que pueda lograr una verdadera independencia y soberanía plena. La resistencia por la liberación no necesita permiso de nadie: es un deber nacional y un derecho legítimo para todos los sirios, tanto individuos como colectivos.
Este análisis forma parte de los esfuerzos de Masar Badil por abrir espacios de reflexión crítica sobre el presente de Siria y del conjunto de la región árabe. En un contexto marcado por la ocupación estadounidense, la presencia sionista en el Golán, la fragmentación territorial, las políticas de represión y la normalización con el enemigo, reafirmamos la necesidad de articular una estrategia de liberación nacional y popular. Luchamos por una Siria libre, unificada y parte activa del eje de la resistencia, en confrontación directa con el imperialismo, el sionismo y sus aliados regionales.