«Quien llegue primero al campo de batalla y espera a que llegue el enemigo estará más enérgico y preparado para luchar, pero quien llegue tarde y tenga que apresurarse para unirse a la batalla llegará exhausto».Sun Tzu, El arte de la guerra.

La resistencia árabe mantiene su lucha ante un enemigo que, a pesar de su poder, no ha logrado imponer sus condiciones ni avanzar sobre la firmeza de quienes defienden su derecho a la autodeterminación. Este conflicto refleja la lucha histórica de los pueblos oprimidos por siglos de colonialismo, inspirando nuevas generaciones en su búsqueda de justicia y libertad.

El regimen sionista no podrá sostener una larga guerra de desgaste contra los frentes de resistencia ni imponer sus condiciones a una resistencia libanesa profundamente herida, que se ha vuelto alerta y se prepara desde 2006 para una larga batalla. Incapaz de retroceder hasta las fronteras de la derrota, destruye e incendia pueblos enteros. No obstante, el enemigo puede justificar su fracaso diciendo: «¡Logramos importantes avances contra Hezboláh!».

Algunos discursos sobre la capacidad de la sociedad sionista para adaptarse a la realidad carecen de claridad y de pruebas creíbles. Esta guerra, por larga que sea, acabará llegando a su fin. La historia muestra cómo grandes imperios cayeron cuando se vieron aquejados por la «victoria absoluta» y las «ilusiones de supervivencia eterna». La entidad sionista no es una excepción. La guerra que se libra desde hace más de un año en Gaza, Cisjordania y Líbano, apoyada por fuerzas cada vez más poderosas en Irán, Yemen e Irak, y respaldada por una mayoría popular, constituye un episodio cualitativo de una larga lucha. Puede pasar a la historia como el inicio del colapso del proyecto colonial sionista en Palestina, el mundo árabe y Asia Occidental.

La teoría de la «victoria absoluta» se desvaneció tras la Segunda Guerra Mundial y la posesión de armas nucleares. Las guerras de Estado no son como nuestra lucha contra el colonialismo de colonos; esta es una guerra prolongada entre pueblos oprimidos durante siglos, primero por el imperio otomano y luego entregados a invasores y entidades dependientes. Son pueblos que aún no han ejercido plenamente su derecho a la decisión y a la autodeterminación. Al igual que el espacio ruso absorbió el tiempo alemán, el territorio árabe absorberá el tiempo sionista y su temporalidad.

¿Podía Francia haber mantenido su presencia colonial en Argelia con 2 millones de soldados? Sí, podía. Pero los golpes de los muyahidines argelinos y su determinación para luchar entre 1954 y 1962 fueron intolerables, ya que la balanza de poder se inclinaba cada vez más a favor de la revolución. Gran Bretaña, Israel y Francia destruyeron las ciudades del canal de Egipto, pero la batalla terminó en una victoria estratégica para el pueblo egipcio en 1956, y las fuerzas de la Triple Alianza se retiraron. Estados Unidos movilizó un millón de tropas en 1991 y destruyó y ocupó Irak en 2003, pero fue incapaz de sostener sus pérdidas, tanto en Irak como en Afganistán.

El año 1799 es quizás un hito en nuestra historia, cuando la flota francesa desembarcó en las costas de Palestina con la «idea de un Estado judío». Esta guerra, lanzada por Francia contra las ciudades de la costa siria, cobró la vida de miles de víctimas. En ese enfrentamiento, uno de los líderes de la resistencia árabe fue Haim Farhi, un líder judeo-árabe que organizó la defensa de Acre y frustró los objetivos de la campaña francesa. Napoleón escribiría que su fracaso en la ocupación de Acre lo apartó de la política y de la historia.

Un siglo después, nacen y se extinguen muchas revoluciones. Puede decirse que el colonialismo británico se apoyó en el movimiento sionista y logró renovar el sueño de Napoleón y del Occidente imperialista de construir una colonia en Palestina. Sin embargo, enfrentó un levantamiento y una revolución armada, con figuras como el jeque Izz al-Din al-Qassam, que llegó de Siria y luchó hasta el final. Los episodios de la lucha de liberación palestina continuaron hasta la batalla del «Diluvio de Al-Aqsa», que se inició el 7 de octubre de 2023, liderada por valientes batallones en honor al mártir Izz al-Din al-Qassam.

El escritor mártir Ghassan Kanafani escribió en 1968: «Los períodos de derrota implican una revisión rigurosa cuyo objetivo es fortalecer la autodefensa. El despertar del sentido crítico durante las derrotas es similar al despertar de los sentidos humanos en momentos de peligro, duplicando su energía y capacidad de enfrentamiento. Esto es sin duda un fenómeno constructivo e indispensable siempre que la motivación sea responder al peligro y superar la derrota.»

Así como el espacio ruso absorbió el tiempo alemán, el territorio árabe absorberá el tiempo sionista y su entidad temporal.

El enemigo pudo haberse desechado del líder Mártir Sayyid Hassan Nasrallah, de Sayyid Hashim Safieddine y de otros líderes históricos, asestando duros golpes a la resistencia. Los dirigentes de Hezboláh tienen mucho que aprender y practicar la autocrítica pública, pero es importante reconocer que, en los últimos 44 años, el enemigo sionista no ha logrado alcanzar a Nasrallah. No decimos esto para justificar o consolarnos, sino para recordar el esfuerzo incansable de quienes han protegido al secretario mártir y su partido, y para evocar la visión de Sayyed sobre nuevas guerras en las que la derrota y la victoria se miden en «puntos», especialmente al enfrentarse a un enemigo feroz con armas desde Tel Aviv hasta Berlín, pasando por Washington y la OTAN.

La resistencia lucha con valentía, organiza su vida política y se fortalece a fuego. A pesar del poderío de su ejército, el enemigo es incapaz de avanzar. Recordemos la comparación: el enemigo es como una serpiente que, al enfrentarse a un pájaro, lo inmoviliza para devorarlo. Sin embargo, la serpiente sionista-estadounidense se ha dado cuenta de que enfrenta a un águila herida, no a un pájaro tembloroso y asustado.

Finalmente, Hezboláh logró reactivar su organización, fortaleciendo mente, corazón y brazos, y demostró una vez más ser un modelo vivo de resistencia. Tal como dice una antigua sabiduría: Quien no se regenera, se disipa.

Khaled Barakat Escritor palestino

Publicado original en عن النّصر والهزيمة (al-akhbar.com)

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