Abdallah es un luchador que nació el 2 de abril de 1951 en el Líbano, un militante comunista que cumple cadena perpetua en Francia desde hace 41 años, acusado de ser cómplice de los asesinatos del teniente coronel Charles R. Ray, quien era agregado militar adjunto de los Estados Unidos, del diplomático israelí Yaakov Bar-Simantov y del intento de asesinato del ex cónsul estadounidense en Estrasburgo Robert O. Homme. Condena injusta desde el punto de vista legal, político y moral.

Fue condenado sin pruebas suficientes, sobre un acto que no puede tipificarse de terrorista, ya que se ejecutó en pleno desarrollo de la guerra de 1982 en el Líbano, en el marco de la lucha de Palestina contra el colonialismo y el imperialismo y mientras eran masacrados los pueblos palestino y libanés por el ejército sionista apoyado por los EEUU. En realidad lo condenaron, fundamentalmente, por ser un combatiente comunista, a quién se le armó esa causa cuyo objetivo era, y aún es, condenar a todos y todas las luchadoras por la liberación de sus pueblos.

Arrestado en 1984 y tras 11 solicitudes por su libertad, el 15 de noviembre de 2024 el tribunal francés ordenó la liberación de Georges tras 40 años en cárceles francesas, a pesar de tener derecho a la libertad desde 1999. Sin embargo la fiscalía antiterrorista apeló y el Tribunal de Apelaciones de París aplazó su decisión hasta el próximo 19 de junio.

Hasta aquí un apretado resumen de los hechos, los que no desarrollaremos ya que nos abocaremos al objetivo que se persiguen con esta causa, que no es otro que el castigo “ejemplar”, para generar frustración y temor en quienes son sus orgullosos y continuadores compañeros de lucha.

George es un combatiente, un fedayín (recomendamos ver la película “Fedayin, la lucha de Georges Abdallah”). Ese es su estigma. Ese es el pecado que este sistema capitalista depredador no perdona. Especialmente en este momento en que se desarrolla la limpieza étnica y el genocidio más descomunal que haya sufrido en su historia el pueblo palestino, llevada a cabo, increíblemente, por los descendientes de las víctimas del holocausto.

Pero justamente porque lo que está en juego es la libertad de un combatiente, es que asumimos esta pelea como propia. George Abdallah ha trascendido más allá de su identidad. Aún privado de su libertad, su disposición a luchar por la liberación en todas las condiciones, no se ha modificado. Estuvo siempre junto a presos palestinos en huelgas de hambre y otras acciones de protesta.

En once oportunidades se le propuso cambiar su situación con sólo mostrar arrepentimiento y no cedió. La dignidad del combatiente y la justeza de los objetivos revolucionarios impidieron que se doblegara. Siempre respondió: “Soy árabe. Palestina es mi causa, así que, no me arrepentiré, ni negociaré”.

Por eso es un ejemplo. Nuestro ejemplo. Así como el Che, para traer una referencia propia y local, George Abdallah representa la moral revolucionaria en su más alto nivel.

Sumar nuestra lucha por su liberación es imperativo. La lucha por la liberación de los pueblos es una sola. Más allá donde ésta se desarrolle, más allá del contexto concreto, más allá de las condiciones concretas en las que esta se realiza, la obligación de los revolucionarios es considerarla como propia.

Este articulo fue publicado en la web de Venceremos partido de trabajadores en Argentina

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