«La lucha contra las bases estadounidenses es la batalla por la liberación total de nuestra tierra y nuestra dignidad árabe.»
Por Khaled Barakat
(Publicado originalmente en [al-akhbar], traducido para Masar Badil)
La agresión estadounidense contra la República Islámica de Irán ha revelado los grandes peligros que representan las bases estadounidenses para los pueblos de la región. Casi toda la tierra árabe se ha convertido en territorio ocupado. Y al «Estado árabe» que no está bajo el control estadounidense y occidental se le ocupa internamente a través de bases políticas y económicas, condiciones del Banco Mundial, sistemas de dependencia, normalización y dependencia integral.
Desde el océano hasta el golfo, las bases militares estadounidenses se extienden como colmillos de un colonialismo «moderno» que devora el cuerpo de la nación, clavando sus dagas y raíces en la tierra árabe, ocultándose detrás de consignas falsas sobre «cooperación», «estabilidad» y «protección». Pero la cruda realidad, que ya no es un secreto para nadie, es que estas bases no son más que una ocupación militar, declarada y clara, que en esencia no difiere de ningún colonialismo tradicional, sino que lo supera en descaro y arrogancia. Los pueblos libres no pueden aceptar la presencia de bases militares extranjeras en su tierra en contra de su voluntad y dignidad.
Hay más de 40.000 soldados estadounidenses (el número se ha duplicado recientemente) desplegados en más de 19 bases y sitios militares a lo largo del mundo árabe. Desde la base de Al-Udeid en Qatar, convertida en un centro de mando para la agresión, hasta la Quinta Flota en Bahréin, los campos de invasión en Kuwait, las bases aéreas en Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, y las bases ocultas en Jordania, Irak y Siria. Toda esta tierra árabe se utiliza hoy como plataformas de agresión contra nuestros pueblos, centros de espionaje contra nuestra resistencia y almacenes de armas para proteger la entidad sionista y perpetuar la dominación de Washington sobre nuestras decisiones políticas y económicas. Sin mencionar las bases móviles en nuestras aguas y mares, y la mayor base militar en Palestina ocupada: «Israel».
Estas bases estadounidenses (además de las británicas y francesas) no son solo estructuras de cemento o almacenes de municiones, sino la punta de lanza del proyecto de dominación estadounidense-sionista en la región. Desde estas bases se lanzan ataques contra Irán y Yemen, se coordina la seguridad contra la resistencia en Palestina y Líbano, se gestionan redes de espionaje, se firman acuerdos de traición y normalización, y se dibujan fronteras a base de sangre y destrucción. Así fue en las décadas pasadas, cuando se dividió la nación árabe, y hoy la realidad es aún peor.
No hay seguridad con su presencia, ni estabilidad bajo su sombra, ni soberanía posible mientras el pueblo árabe sufra bajo el yugo de sus cañones y aviones.
Los regímenes de dependencia, normalización y impotencia que firmaron para albergar estas bases vendieron a sus pueblos y patrias a cambio de la supervivencia de una clase mercenaria, familias y tribus que abrieron todos los puertos, aeropuertos y espacios aéreos al extranjero y le entregaron las llaves de la soberanía. Pero, con el aumento de la intensidad del conflicto en la región, la voz de los pueblos se alza de nuevo:«¿Acaso no ha llegado la hora de expulsar las bases yanquis de cada centímetro de suelo árabe?»
La guerra de exterminio en curso en la Franja de Gaza, la reciente agresión contra la República Islámica de Irán y el ataque diario a los líderes de la resistencia revelan que estas bases son mucho más peligrosas que el colonialismo tradicional: son una fuente permanente de agresión contra todo el mundo. No hay seguridad con su presencia, ni estabilidad bajo su sombra, ni soberanía posible mientras el pueblo árabe sufra bajo el yugo de sus cañones y aviones.
Palestina no será liberada mientras quede una sola base estadounidense en tierra árabe. Irak, Yemen, Líbano, Siria, Egipto, Túnez, Argelia y Marruecos no serán libres mientras la ocupación militar estadounidense siga aplastándonos. La batalla es una, el destino es común y el enemigo es conocido. Que ondeen las banderas de la resistencia árabe frente al colonialismo estadounidense, como lo hicieron frente al proyecto sionista, y que surjan campañas populares, levantamientos nacionales e iniciativas revolucionarias bajo la consigna: «¡Fuera las bases estadounidenses de nuestra tierra… inmediatamente!».
La campaña popular y armada que debe lanzarse hoy contra las bases estadounidenses profundizará las contradicciones en el panorama político de Estados Unidos, expondrá al campo enemigo y las relaciones actuales entre el imperialismo, el sionismo y la reacción árabe, y marcará una nueva etapa en la lucha nacional. Expulsar estas bases no es una opción, sino un deber nacional y revolucionario, una batalla por la liberación total y un símbolo de la lucha árabe común. No tendremos un futuro libre, ni unidad árabe, ni dignidad humana, sin derribar esta ocupación enmascarada, romper las cadenas de la dependencia y restituir la soberanía árabe a manos de los pueblos… no a los generales del Pentágono.
Khaled Barakat
Escritor palestino